FUENTE: RFI
Según Jean-Bernard Bros, presidente de SETE (la empresa que explota la Torre), la Dama de Hierro de la capital francesa está trabajando al límite de lo que una experiencia agradable para los visitantes podría tolerar. “Superar los 7 millones de visitantes se volvería incómodo para el monumento -que trabajaría demasiado- para los equipos técnicos y el personal, sometidos a demasiada presión y, por supuesto, para los visitantes”.
Es que a todas horas, un ejército de turistas parece no cansarse nunca de hacer largas colas bajo el sol en alguna de los tres pilares que conducen a los ascensores para subir los 115 metros hasta el primer nivel. Este verano recibe un promedio de 32.000 turistas por día.
A estas alturas del verano parisiense, la zona aledaña a la Torre (el Quai de Branly, el Puente de Iéna, el Trocadero y su explanada y el Campo de Marte) explota de gente que aprovecha la luz solar hasta pasadas las diez de la noche. La marea humana se entretiene en los puestos de crêpes, gallettes y salchichas de Toulouse que derraman su olor hasta los imponentes arcos de la base de la torre, donde los vendedores de baratijas que venden miniaturas a un euro están siempre listos para salir huyendo de la policía.
"Ahora tenemos otra ambición, no queremos ir a los 7, 8, 9 ó 10 millones de visitantes. Queremos trabajar más en pos de la calidad", explicó Bros, que además es adjunto del alcalde de París en temas de turismo.
Nicolas Lefebvre, director general de SETE, sostiene: “En tiempos de gran afluencia estamos al tope en cuanto a acogida. La gente está obligada a esperar en condiciones que no siempre son satisfactorias. Tras la primera cola, los visitantes esperan entre 30 y 45 minutos para llegar a la cumbre”, dice. “Ahora, gracias al nuevo sistema de reservas en Internet, el 30 por ciento de los visitantes evita la fase de espera a la entrada a la entrada", agrega. También da detalles sobre la fase de prueba de una guía multimedia que da información a los turistas sobre lo que van viendo.
“La guía es una tableta iPad, que se alquila en el segundo piso y da toda la información sobre la Torre y la historia de los monumentos parisinos que se ven desde las alturas. También trabajamos en una aplicación para el iPhone, con la que se podrá obtener información y comprar el boleto", relató.
Todo sea para que, como le había recitado Raymond Queneau, no se convierta en una catacumba aérea.
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