Por Lili Gaido
En la Biblia, la manzana está asociada al pecado, para los Celtas, por el contrario, simbolizaba el paraíso. Los habitantes de Plougastel son los únicos que conservan este rito ancestral que consiste en vender un árbol (el tejo) de cuyas ramas penden manzanas. El dinero obtenido de la venta servía anteriormente de ayuda a los más pobres, en caso de deceso de un familiar. Hoy, este dinero permite celebrar misas para los difuntos.
Esta práctica, juzgada pagana por el clero, fue antiguamente prohibida durante un cuarto de siglo, antes de ser reestablecida, para satisfacción de todos los que piensan que la ayuda mutua y el culto al recuerdo son valores que deben conservarse más que nunca en una sociedad individualista puesto que, como dice un habitante de Plougastel “es el olvido de los vivos, que hace morir a los muertos”.
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